Aunque no hay una relación directa entre el dolor y el frío salvo en ciertas patologías cómo la Fibromialgia o la Artritis, según la fisioterapia ortopédica el frío conlleva una pérdida del calor muscular lo cual implica una mayor contractilidad, es decir, más tensión general. Esta tensión muscular afecta a las articulaciones haciendo que estén más rígidas, incluso podemos llegar a tener la sensación de tener menos movilidad. Por consiguiente, los nervios pueden pinzarse con mayor facilidad apareciendo así los calambres, por ejemplo.
Por tanto, llegamos a la conclusión de que debido a los efectos de las temperaturas bajas los músculos se ven obligados a trabajar más para completar las mismas tareas, esto genera más daño al tejido muscular y puede provocar un aumento de dolor.
Para contrarrestar estos efectos, ACUDE AL FISIOTERAPEUTA.
